Sao Paulo, una ciudad de negocios y placer

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Con 12 millones de habitantes, la capital paulista es monumental en sus indicadores: 101 museos, 165 teatros, 282 salas de cine, una vibrante oferta cultural y gastronómica y decenas de parques y plazas para descansar del cemento.

El paseo puede empezar un día de semana por el Centro de la ciudad al caer la tarde, cuando la actividad de oficinas aún llena de vida a una zona que puede lucir desangelada sábados y domingos.

Entre edificios de oficina sin mayores atractivos, surgirán palacetes y construcciones históricas que albergan museos, teatros, casas de shows (como el impresionante Casa de Francisca) y restaurantes. Son recomendables el Centro Cultural Banco do Brasil (muestras de arte, cine, talleres, teatro y música en un predio de data de 1901), el Monasterio de Sao Bento (un hermoso complejo de templo, escuela, biblioteca, restaurant y jardines rodeando de edificios de oficinas) y la tradicional Casa Mathilde, pausa ideal para una merienda suculenta. Fundada en 1850 en Portugal, la sucursal de la "dulcería" está ubicada en la Plaza Antonio Prado, cerca de la sede del mercado bursátil paulistano -la Bovespa- y suele ser muy concurrida.

Quienes buscan una visión panorámica deberán acercarse a la torre Banespa. Inaugurado en 1947 e inspirado en el Empire State, el edificio de 161 metros de altura fue por 20 años el más alto de la ciudad. Hoy es la sede del centro Santander Cultural, tiene un mirador de 360º y un horizonte de hasta 40 kilómetros donde se avizora hasta la Sierra de Cantareira.

Para un fin de semana en la ciudad, el Mercado Municipal es una opción para conocer y degustar, accesible en ómnibus y Metro. El (mega) sándwich de mortadela de hasta 15 centímetros es un clásico, pero no es ni por asomo la única opción gastronómica. Los “pasteis” (empanaditas fritas), la feijoada, las frutas y los jugos naturales son un espectáculo por sí solos. El pintoresco barrio de Vila Madalena también suele ser un polo para los turistas que buscan el alma bohemia de la ciudad.

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Mención especial merece el Parque Ibirapuera, que es a Sampa lo que la playa a los habitantes de Río de Janeiro. En el parque de 158 hectáreas hay museos, locales para conciertos, lagos, fuentes y obras de arte al aire libre.

El cambio del dólar en Brasil ronda los cuatro reales, y el transporte público puede llegar a ser agobiante hasta para el más urbano de los visitantes. Salvo en los recorridos por el Centro o en los alrededores de la Avenida Paulista, las distancias en Sao Paulo son considerables, por lo que son recomendables las aplicaciones, que permiten monitorear el viaje en una ciudad enorme.

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En la célebre Avenida Paulista, dos paradas obligatorias de arte y cultura; el Instituto Moreira Salles (un centro cultural y gastronómico tan sofisticado como accesible), y el icónico Museo de Arte de Sao Paulo (Masp) que cuenta con un acervo de más de 8.000 piezas de arte. Los domingos la Paulista cierra al tránsito y es liberada a caminantes y ciclistas.

Archipiélado de Ilhabela

Para quienes no quieren perderse la oportunidad de conocer el litoral paulista, uno de losdestinos con más encanto es el archipiélado de Ilhabela, a 210 kilómetros de la capital. Allí se encuentra la mayor isla marítima de Brasil, con 340 kilómetros cuadrados, 150 kilómetros de costas y mínimas probabilidades de lluvia entre los meses de abril y septiembre.

El 85% del territorio de Ilhabela es una zona de preservación ambiental, con áreas urbanizadas y también decenas de playas, 400 cascadas, montañas rocosas (sólo accesibles en barco) e infraestructura para actividades deportivas náuticas y terrestres. La Cachoeira do Gato, la Ilha das Cabras,  Baía dos Castelhanos, Praia do Julião y la Praia do Curral están entre los parajes más concurridos. Un paseo imperdible es la Praia do Bonete, considerada una de las diez mejores de Brasil.

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Ubicada en una reserva natural a la que sólo se puede acceder por barco o por un camino de 12 kilómetros durante el cual se atraviesan parajes de selva tropical con ríos y cascadas, Bonete es una ensenada de ensueño, poco concurrida y cuya playa tiene unos 600 metros de extensión y oleaje intenso.

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