En el mayor país de América del Sur, la amplitud de posibilidades impide la identificación de un único elemento gastronómico distintivo. La convivencia de más de dos mil etnias indígenas con los portugueses y esclavos de origen africano, significó el surgimiento real de un nuevo mundo para el paladar. A continuación, una ruta gastronómica para los viajeros de paladar curioso.
Bahía: Vatapá una sinfonía de camarones
El Vatapá es un plato originario de la región bahiana, que puede ser degustado en restaurantes de primera o en puestos callejeros de Salvador de Bahía. Se trata de un puré procesado de camarón con pan remojado en leche previamente, cebolla, coco, maníes, jengibre y cilantro. Después de salpimentarse se cocina lentamente con leche de coco. Se sirve con arroz, harina de yuca y pollo, o con pescados o mariscos.
Acarajé, patrimonio brasileño
El acarajé es uno de los íconos gastronómicos más populares de Brasil; se trata de una croqueta hecha de fréjoles cabecita negra (feijão fradinho) molidos, que se vende en bandejas en las calles, sobre todo en Salvador, y se sirve relleno con vatapá (crema de camarón), caruru (quimbombó cocido), ensalada, picante y camarones deshidratados. Los ofrecen las celebérrimas “bahianas”, patrimonio cultural del estado de Bahía.
Espíritu Santo: el pescado blanco es rey de la Moqueca
Típico de los Estados de Bahía y Espíritu Santo, el guiso está hecho con lomos de mero, corvina o cualquier pescado blanco, salpimentado y marinado con jugo de limón. Se cocina sobre un sofrito de cebolla, ajo, pimientos colorado y verde y se le van agregando otros ingredientes como camarones, ají molido y cilantro. Su sabor singular, que lo diferencia de otras preparaciones con pescado, es la incorporación de leche de coco y aceite de palma.
Minas Gerais: el pan de queso como bandera
Característico de la región de Minas Gerais, estos pancitos en forma de bolitas están elaborados con harina, leche, aceite, agua, almidón de yuca y huevos. Sin embargo, el secreto de su éxito entre propios y extraños es el queso que los rellena: mientras más fresco y firme, mejor. El manjar ya es una pasión nacional, mejor cuando se sirve recién sacado del horno; se come solo o relleno.
Río de Janeiro: los bolinhos de los botecos cariocas
El bolinho (buñuelo o croqueta) es una comida típica de los botecos (bodegones) de Rio de Janeiro. De origen mediterráneo y lusitano, son los aperitivos ideales para tomar bebidas como la cerveza helada y cocteles varios. Sean de bacalao, queso, carne molida y trigo, yuca o masa de fréjoles, los bolinhos son una sorpresa que se revela al primer mordisco.
Farofa para todos y todas
Omnipresente, la mayoría de los extranjeros no entienden el sentido de agregarle harina de mandioca crocante a la carne, frijoles o huevos para el desayuno. Hasta que la prueban: fin del misterio, inicio de una pasión.
Amazonia y su picadinho de jacaré
El guiso de jacaré (caimán) es un plato muy tradicional del norte de la Amazonia. Proveniente de la caza o de criaderos, la carne se marina con anticipación, se dora en una paila y se hierve con laurel, tomate, zanahoria y perejil hasta alcanzar una cocción que la deja tierna y suave. Se acompaña con una salsa hecha a base de mantequilla, harina, crema agria, vino blanco y yemas de huevo.
Pato al Tucupi, la estrella de Pará
Ya que la carne de esta ave es dura y fibrosa, requiere de muchas horas de pre-cocción en un caldo extraído de la raíz de la yuca. Luego se hornea sobre una cama de vegetales hasta que esté realmente tierno, suele ser servido con arroz, farofa (harina crocante de yuca) y un vegetal propio de esa región llamado jambo.
Feijoada, pasión nacional
Emparentada con el guiso de fréjoles negros que se come en varios países de Centroamérica y el Caribe, y prima de los cocidos ibéricos, la feijoada es un plato para ocasiones especiales. En su versión más potente, el guiso incluye piezas de carne de cerdo, desde las más nobles (como cortes ahumados) a las más sorprendentes, como las patas del animal. Para los vegetarianos existe la versión light, con buena sazón, pero sin carnes. Como acompañantes del guiso se sirven el arroz blanco, naranjas cortadas, ensalada de couve (una hojita parecida a la espinaca) y farofa (harina de yuca tostada). Los sábados son los días de feijoada: en los restaurantes de buen nivel suele servirse en la modalidad de buffet, para que cada uno la arme a su gusto, con y sin chicharrones de acompañamiento.
Tapioca: una crepe de yuca
Preparadas con la llamada goma de tapioca, previamente tamizada, estas crepes representan una opción clásica de comida vernácula que recorre una serie de combinaciones dulces y saladas. De origen nordestino, hoy en día se ha convertido en un plato que se come en todo el territorio. Sea salada con queso y huevo, o servida como postre con leche condensada y coco, es muy popular, accesible e inclusiva, porque no tiene gluten. Advertencia: mejor comerla recién hecha, de la plancha a la mesa.