Para quienes todavía dudaban del alcance que puede tener el proceso de concentración del sector aéreo europeo, el anuncio del pasado lunes 4 de noviembre fue un shock: IAG -el hólding que ya integra a British Airways (BA), Iberia, Vueling y Aer Lingus- firmó un acuerdo para adquirir su rival Air Europa por 1.000 millones de euros. A esta cifra los analistas suman otros 1.700 millones en compromisos de alquiler de aviones que deberá asumir el comprador.
Desde el punto de vista más sentimental, la operación es una sacudida para los viajeros nostálgicos: Juan José Hidalgo, dueño de Air Europa a través de Globalia, fue el primer gran competidor de Iberia, al lanzarse a una guerra abierta frente a la antigua aerolínea española de bandera en 1993.
También desde una perspectiva más técnica, el acuerdo provoca vértigo al analizar el peso que tendrá el nuevo grupo en algunas rutas. Según los analistas de Bernstein Research, la nueva IAG, cuando se haga con Air Europa, dominará un 66% del tráfico en el aeropuerto de Madrid. Tendrá el 100% de muchas conexiones nacionales (incluido el Puente Aéreo de Madrid a Barcelona) y también será claro líder en muchas rutas internacionales desde la capital española a ciudades como Santo Domingo, La Habana, Sao Paulo, Bruselas o Berlín. Sus rivales Ryanair y Air France-KLM(éste es el actual aliado de Air Europa) pedirán a las autoridades de Competencia unas duras condiciones a la transacción.
El argumento desde IAG es que el sector necesita las fusiones para poder ser rentable y sobrevivir. A los movimientos estructurales a largo plazo, como la necesidad de invertir en aviones más eficientes, la rivalidad de otros medios como el tren en distancias cortas o la aparición de plataformas digitales que reducen el poder de marcar precios se suman incertidumbres a corto plazo como un posible cambio del ciclo económico que afecte a la demanda o los riesgos de subidas de precios del petróleo.